El Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete es una meseta rocosa en la región amazónica colombiana. Quienes han recorrido el parque a pie o incluso los que han visto su exuberante vegetación desde un avión, lo han llegado a describir como “la máxima maravilla natural de Colombia”. Hoy redbus.co te trae todo lo que necesitas saber para disfrutar de este destino. ¡Acompáñanos a conocer el Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete!
El Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete es el área protegida más grande de Colombia. Se encuentra ubicado entre los departamentos de Caquetá y Guaviare, en la jurisdicción de los municipios de San Vicente del Caguán y Puerto Solano, departamento del Caquetá y San José del Guaviare, departamento del Guaviare. Es el parque de selva tropical húmeda más grande de América, con una superficie de 12.800 km2 de área protegida. Expertos como el doctor colombo-alemán Patricio von Hildebrand la consideran como “una catedral” o la “Capilla Sixtina de la Amazonía”. Ello debido a que Chiribiquete ha servido de refugio a gran cantidad de especies e incluso a grupos indígenas aislados. Este lugar es deslumbrante por donde se mire y ha sido reconocido este año por UNESCO como patrimonio mundial mixto. Es decir, que su riqueza natural y su riqueza cultural son de inmenso valor para la humanidad.
Las maravillas naturales de Chiribiquete comienzan por los sitios icónicos y especies que allí se encuentran. Sus montañas rocosas son grandes santuarios de flora y fauna; sus cuevas, bosques y especialmente la zona llamada El Estadio son grandes bóvedas que guardan lo más preciado de la biodiversidad amazónica. Aunque no es tan visitado como los parques en el departamento del Amazonas, Chiribiquete ha venido ganando reconocimiento en Colombia. El documental Colombia, magia salvaje, producido por la Fundación Ecoplanet y el grupo Éxito, contribuyó mucho a difundir su belleza. No obstante, el Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete sigue siendo un territorio inexplorado en gran medida. Hoy en día este enorme tesoro natural es quizá el secreto mejor guardado de las riquezas biológicas y culturales colombianas.
En primer lugar, los ecosistemas del parque son muy diversos y exuberantes. Selvas, ríos, cascadas, cuevas, lagunas y humedales componen el paisaje de Chiribiquete. Estos últimos, los humedales, albergan gran cantidad de especies de fauna y flora. Se encuentran ubicados en las llanuras aluviales, madreviejas, ciénagas de mediano y pequeño tamaño, y los bosques inundables de las cuencas de los ríos Apaporis, Caguán, Caquetá, Putumayo y el propio Amazonas. Asimismo, el parque cuenta con muchas especies vegetales. Se ubican en formaciones correspondientes a bosques de tierra firme, bosques inundables, sabanas naturales de arena blanca, sabanas de origen orinocense, afloramientos rocosos, catingas y arbustales. Todo dentro del gran bioma de bosque húmedo tropical.
En lo que respecta a la fauna, por su parte, se han reportado trescientas especies de aves, setenta y dos especies de escarabajos, trescientas trece especies de mariposas diurnas, doscientas sesenta y una especies de hormigas, seis especies nuevas de libélulas, siete especies de primates, tres especies de nutrias, cuatro especies de felinos, cuarenta y ocho especies de murciélagos, ocho especies de roedores, dos especies de delfines y sesenta especies de peces, aunque por observación se calcula una mayor diversidad.
El descubrimiento de El Estadio fue bastante sorprendente. Patricio von Hildebrand salió a explorar la zona acompañado de un guía indígena durante dos meses por Chiribiquete. Al cabo de este tiempo se encontró con aquella inmensa formación circular en roca cuyo interior ebullía de vida. Este accidente geográfico es increíble y deslumbrante por su tamaño, por su belleza y por su forma. Aunque técnicamente constituye un “tepuy”, una de las gigantescas montañas de piedra en Chiribiquete, su forma es única y distintiva. Desde el aire, El Estadio se ve como un enorme agujero tallado en una meseta circular, con una gran entrada natural. Su diámetro exterior es de aproximadamente cuatrocientos metros y al interior de ciento ochenta. En sus entrañas, la magnífica flora que puede llegar a los veinte metros de alto se ve densa y nutrida. Debido a este relativo aislamiento, El Estadio alberga especies únicas nunca antes vistas.
También se encuentra en Chiribiquete el tepuy conocido como La Mano, con una altura de más de cien metros. También llamada Marmita Gigante, es un hoyo semicircular de seiscientos sesenta metros de diámetro exterior y doscientos sesenta al interior. Al igual que en El Estadio, la biodiversidad es increíble. Sin lugar a dudas, estos espacios son arcas que han conservado y preservado en buena medida la gran exuberancia natural de la región amazónica en Colombia y América.
Chiribiquete es, según muchos expertos, el punto nodal a partir del cual se pobló Sudamérica, hace varios miles de años. Este corredor sirvió de base para muchas tribus indígenas y testimonio de ello son sus espectaculares petroglifos. Los habitantes originarios consideraban a los tepuyes como “mesas de los dioses”, sitios sagrados y misteriosos. En sus paredes grabaron su historia, su mitología y sus vidas. De hecho, el nombre Chiribiquete quiere decir en el idioma karijona “cerro donde se dibuja”. Gracias a estos bellos y abundantes dibujos es que Chiribiquete se conoce como la “Capilla Sixtina del Amazonas”. Estos petroglifos son así las pinturas rupestres de mayor antigüedad del continente. Algunas son hiperrealistas y tienen más de veinte mil años de antigüedad. Principalmente son relatos religiosos plagados de animales, ritos y visiones chamánicas. Los enormes murales, llenos de imágenes hechas por hombres y mujeres hace varios miles de años, son sobrecogedores.
Sin embargo, la presencia indígena en la zona continúa y se fortalece. Así, en Chiribiquete existen varios resguardos y asentamientos indígenas de los municipios de Miraflores, Yavilla II, Puerto Viejo, Puerto Esperanza, Vuelta del Alivio, Lagos del Dorado y Barranquillita. También existen once asentamientos en el municipio de Calamar, resguardos La Yuquera, El Itilla y Yaguara; resguardo campesino (Guaviare) y Solano (Caquetá).
Lo más impresionante de ello es que hay algunos grupos indígenas que han preferido no ser contactados voluntariamente. Al parecer, algunos grupos indígenas que aún pueblan la zona han decidido continuar pintando y habitando la tupida selva Chiribiquete. Según relatos de varios antropólogos y arqueólogos, los indígenas aislados rondan ocasionalmente sus campamentos. Esta riqueza antropológica y artística, así como la presencia de las tribus que habitan la zona hacen de Chiribiquete un punto clave para la cultura de la humanidad, criterio tenido en cuenta por la UNESCO.
Para llegar al lado norte del macizo se debe remontar el río Apaporis, hasta la confluencia de los ríos Macayá y Ajajú. Para entrar por el sur, a partir de Araracuara, se navega por los ríos Yarí y Mesay. Eventualmente, también por el río Cuñaré. El recorrido toma dos días.
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Créditos de portada: tucaqueta.com
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