En el departamento de la Guajira, al norte de Colombia, se encuentra este destino lleno de paisajes inolvidables. Aquí se puede descubrir la tradición y estilo de vida de los wayúu, una de las tribus aborígenes más antiguas de Sudamérica. Hoy, redBus te invita a visitar Cabo de la Vela, uno de los paraísos terrenales mejor guardados de la península colombiana.
Cuenta la leyenda, que la “Lluvia” se encontró con la “Tierra” y se enamoró de ella, y su amor la hizo cantar a través de sus truenos. Y estos truenos trajeron vida a la “Tierra”; y del barro que se formó nacieron los wayúu. Esta tribu ha vivido por casi dos mil años, primero en el Amazonas y, con el pasar de los siglos, se mudaron a la Guajira.
Conocer el Cabo de la Vela es destapar los secretos ancestrales de la tribu wayúu; aprender su filosofía de vida escuchando sus mitos y leyendas, compartir con ellos algunos de sus rituales, probar su gastronomía, y llevarse de recuerdo una de sus características mochilas tejidas a mano. Estas son experiencias que, combinadas con el paisaje desértico y costero, te harán pensar dos veces antes de irte.
En los caminos destapados de la región se pueden divisar muchos anuncios, escritos en gramática wayuunaiki, con las indicaciones para atravesar los trupillos y llegar a las rancherías. Estos son los asentamientos de las familias wayúu que se alejan de la civilización y se localizan, sobre todo, en el municipio de Uribia. Entrar aquí sin ser invitado puede ser considerado una ofensa. Sin embargo, es posible encontrar planes con algunas agencias turísticas o haciéndose amigo de un nativo para ir y conocer a profundidad el diario vivir de estas comunidades.
Esta península es un lugar perfecto para tomar el sol y descansar en la playa. Reinan los sonidos del mar y la brisa antes que los de la música vallenata. La ventisca hace más soportable los 40°C que hacen en el lugar, mientras que el azul nítido del agua contrasta con el anaranjado encendido de la arena.
La playa Ojo de Agua es una de las más famosas, ya que es de oleaje suave, perfecto para un rato agradable en familia y amigos. Se le llama “Ojo de Agua” gracias a un pozo de agua dulce que nace muy cerca de donde llegan las últimas olas de agua salada. Aquí se encuentra hospedaje, y varios restaurantes que ofrecen platos típicos de la región. No te puedes perder el pargo frito con patacón pisao y arroz con coco: ¡un manjar!
El kitesurf es el deporte acuático por excelencia del Cabo de la Vela. Pareciera que, desde niños, los habitantes del Cabo aprenden a caminar, nadar y practicar kitesurf al mismo tiempo. Se pueden encontrar varias escuelas alrededor de toda la costa que alquilan los implementos necesarios para practicar esta disciplina. Ese es uno de los atractivos principales para los turistas.
El Cerro del Pilón de Azúcar es otro atractivo turístico que no te puedes perder. Es una formación rocosa que se puede subir a pie, para llegar al altar de la Virgen de Fátima. Es recomendable calzar zapatos deportivos ya que el viento empuja y hace que el ascenso se complique. Imposible venir aquí sin una cámara fotográfica.
Todos los caminos llevan a Riohacha. Hay varias formas de llegar a la capital de La Guajira, desde Santa Marta, Barranquilla o Cartagena. Lo importante es que desde aquí es la mejor forma de desplazarse hacia el Cabo de la Vela.
Desde Santa Marta, Barranquilla o Cartagena el viaje dura 3, 5 y 7 horas, respectivamente. Compañías de buses como Unitransco o Copetrán realizan la ruta desde Santa Marta hasta Riohacha. Una vez en Riohacha se toma un servicio de jeep hacia Uribia: es un trayecto de un poco más de una hora. No te preocupes, porque le puedes decir al conductor que te deje donde salen los jeeps para el Cabo, en el Mercado de las Pulgas.
Cabe aclarar que es mejor ir en jeep que por tu propia cuenta, porque los 4×4 se desplazan mejor en el desierto. Además, es fácil perderse si se desconoce el camino. También es recomendable vacunarse contra la fiebre amarilla, tétano y hepatitis B.
Tras siete horas de viaje en jeep desde Riohacha, y tres desde el Cabo de la Vela, se llega al final de Colombia. Este puerto está rodeado por un espectacular paisaje desértico, donde se encuentran las dunas de Taroa, que alcanzan los 60 metros de altura antes de juntarse con el mar. Ahí, en Bahía Hondita, se puede descansar y divisar una fila de flamencos que desfilan con elegancia. Más adelante, en el horizonte, se encuentra el faro sobre un acantilado. Desde este escenario rocoso se puede ver un atardecer sin igual.
A cinco kilómetros de Punta Gallinas se encuentran las dunas de Taroa. El viento es un asunto serio en esta zona del país: sopla tan fuerte que es fácil perder el equilibrio y caerse. Son los vientos alisios (del hemisferio norte) que cuando acarician la arena generan las dunas, que son formaciones uniformes de arena del desierto, con capas montañosas que parecen dibujadas a lápiz.
-El ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) puso en marcha el año pasado la #OperaciónGuajira. Ellos buscan dar asistencia humanitaria a los más de 15.000 niños y adolescentes que viven en situación vulnerable en cerca de 1.500 rancherías de la región.
-En esta zona escasea la energía eléctrica. De día las plantas de gasolina están apagadas, y las prenden solamente de 6 de la tarde hasta la medianoche.
-El chinchorro, mejor conocido como hamaca, es donde descansan los habitantes de este territorio. Es tejido a mano por las artesanas wayúu, y pueden tardar seis meses en terminar uno.
Así que anímate a conocer el vasto patrimonio natural y ancestral que alberga el Cabo de la Vela. Si deseas conocer más destinos maravillosos en Colombia, visita nuestro blog de viajes y descubre tu siguiente parada.
Créditos de portada: theseniorresourcenetwork.com
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